El ocaso de una vida

Nota: Todos los “living case”, están tomados de casos reales, y se encuentran novelados para preservar identidades de los participantes,  así  como  lugares y circunstancias. 

 Ficha técnica:

Mariano (55), empresario textil, casado con Alicia (49) durante 23 años, sin hijos y separado desde hace 10 años, en pareja con Juliana (33) desde hace 10 años, y con hijos, Analia (4) y Faustino (2). 

Inicia consulta terapéutica, manifestando problemas laborales y familiares que le provocaban ataques de ira con sus empleados y con su familia, también comenta que tiene dificultades para dormir. Se percibe como una persona autosuficiente, acostumbrada a definir y ordenar lo que “necesita”; en definitiva un paciente muy difícil de tratar. Desde el enfoque cognitivo sistémico, se abordó, tratando de ir desde lo general a lo particular de toda la casuística.

Evolución de las sesiones

Mariano verborragico, permanentemente intentaba direccionar el curso de la terapia hacia lo que quería tratar y también auto boicotearse, para evitar algunos temas. Comenzamos hablando de su actual pareja Juliana que la describe como rubia de ojos verdes, un poco más alta que él, delgada, elegante, siempre cuidada y arreglada. Juliana había sido antes su secretaria personal y allí habían iniciado su romance.

Manifiesta que ya de grande le llega su paternidad la cual desearía poder disfrutarla más, y evade hablar de su anterior mujer, solo se limita a recordar que con ella no pudo tener hijos, y tal vez eso deterioro el vínculo poco a poco, según el; obviamente esto, desde la terapia cognitivo y sistémica, no siempre resulta tan simple y lineal.

Recomiendo una interconsulta con mi colega psiquiatra, debido a que su monto de ansiedad se percibía muy elevado y ya podría dar lugar a algunas otros trastornos colaterales como insomnio, por ejemplo. Acordamos iniciar un proceso terapéutico, en principio para evaluar ese monto de ansiedad que se percibe y explorar mejor otras causas más profundas

Atendí a Mariano casi un año, con algunos altibajos, mayormente vinculado con sus proyectos laborales.

Mariano solía tener algunos rasgos exacerbados, por momentos eufórico, en especial cuando contaba sus actividades laborales suyas; éste por lo general, se mostraba siempre ganador en sus negocios mientras se mostraba elusivo cuando se le pedía hablar de sus pérdidas personales y laborales

Confieso que al principio llevó varias sesiones, para que realmente cumpliera con el encuadre terapeuta-paciente originalmente acordada en la primer sesión, y luego de varias reiteraciones lo fuimos logrando.

Recuerdo que cada sesión se iniciaba con esa esgrima de manipulación de roles hasta que finalmente las intervenciones y estrategias terapéuticas aplicadas iban acomodando los mismos.

Mariano era muy simpático, verorragico de ojos saltones y picaros cuando en especial, hacia esos juegos, pero, en otras circunstancias, mostraba ojos desafiantes e hirientes. 

Mi diagnostico presuntivo, como suele ocurrir, fue cambiando a medida que lo fui tratando, al principio me ocupé de sus picos de stress evaluando co-morbilidades de otra indole; le sugerí un buen medico clínico a quien asistir, y lo rechazó, diciéndome que él ya tenía su médico de cabecera, que también era de la familia, lo cual más adelante comprobaría; también le sugerí un acompañamiento psiquiátrico que al comienzo rechazó de plano, pero que con el correr de las sesiones lo fui convenciendo que lo incorporara.

Fue en ese momento en dónde me sugirió que hablara con su médico clínico, ya que éste había sido uno de los que le recomendara un tratamiento psicológico; la otra había sido su actual pareja. 

Cosme, era un hombre con una dilatada experiencia en el mundo de la medicina, en especial en la practica hospitalaria, lucia orgulloso su sello matricular que decía “medico clínico universitario”, pero tal vez lo más importante para mí era que él había sido  médico de Mariano desde que nació y esto, de ser cierto, y de lograrse con él una adecuada empatía podría significar una importante cantera de datos que desde el enfoque sistémico, me resultarían en un futuro, de suma utilidad, y así fue

Con Cosme, el médico de cabecera de Mariano, mantuvimos una buena relación, que primero se inicia con los contactos telefónicos, a veces reiterados según los avatares de la salud de Mariano, y hasta que finalmente acordamos compartir un café a la salida de su trabajo en el hospital para poder conversar con mayor tranquilidad. 

Es así que finalmente nos encontramos, era un hombre alto, entrecano y que acusaba unos 70 años aproximadamente, muy bien llevados por cierto, de gesto adusto en general, aunque conmigo se mostró muy dispuesto y afable durante la corta pero sustanciosa charla que mantuvimos.

Me cuenta que conoció a Mariano desde que nació, porque también este médico era muy joven en ese entonces, y es así que también había conocido a sus padres.

Me comentó que su padre también era empresario textil, muy exitoso y que por un desfalco de su socio, terminó suicidándose; Mariano en ese entonces; continúa relatándome, era un muchacho de unos 25 años y estaba próximo a recibirse de ingeniero textil y en ese momento, estaba trabajando con su padre.

Mientras escuchaba el relato, recordaba que todo este doloroso episodio, por ahora no había contado

El  relato de Cosme continuaba, después de cierto silencio que obviamente respeté;  y allí me cuenta que obviamente este hecho destruye a esta familia, al poco tiempo su madre cayó en un trastorno depresivo que con el tiempo se cronificó a pesar de haber estado en permanente tratamiento psiquiátrico.

Mariano a partir de allí, continúa su relato, siempre rehusó el tratamiento terapéutico y se transformó en un “work-alcoholic” aturdiéndose con el trabajo, lo cual luego ya de más adulto, lo llevó a tener pesadillas, problemas de insomnio, etc.

No quise abusar de la amabilidad de Cosme y sus relatos, nuevamente se quedó Cosme, pensativo y en silencio hasta que finalmente comentó que guardaba esperanzas en que Mariano finalmente haya decidido  ingresar a una terapia y esperaba que yo pudiera ayudarlo.

 Me despedí de Cosme agradeciéndole la charla y quedando a la recíproca, y me fui también pensando cuanto me faltaba aún descubrir a través de la terapia ,de este paciente MARIANO.

En la sesión siguiente, recordaba todos los episodios notables que habían integrado el ciclo de vida de esta persona que el me había ocultado, y que me era indispensable abordarlo.

También pensaba en que momento y con que estrategias abordar esos temas, para comenzar a tratarlos.

Finalmente llega puntual y como de costumbre con un nivel de ansiedad importante y queriendo abordar temas de trabajo, a los que les dedicamos el tiempo necesario y paulatinamente fuimos hablando de sus inicios, hasta que llegamos a lo que el denomino, “el legado” de su padre.

Cuando habla de el, lo relata como una persona muy comprometida con el trabajo, lo recuerda ausente desde lo afectivo en su vida de niño y también de adolescente, no se sentía contenido ni integrado a sus proyectos empresarios.

Muy por el contrario, continua contando que, al fallecer su padre (no dice como) el tuvo que interiorizarse de forma compulsiva, explica que era muy joven, inexperto, con poco apoyo…se queda en silencio y pensando…

 Le pregunto sobre la muerte de su padre, y me dice que muere de un infarto, obviamente guardo la información que yo tenia, y preferí confrontarlo para mas adelante.

Me habla que continua con dificultades para dormir que sigue ansioso, que no duerme bien, que percibe que tiene un carácter irascible con sus empleados y jefes y que esta situación hasta el momento no la estaba trasladando a su hogar pero eso le preocupaba.

Le comente que me llamaba la atención que esos trastornos en su carácter no fueran extensivos a su red familiar y social y le reitere nuevamente que necesitaba una consulta inmediata con un/a psiquiatra para acompañar el tratamiento

Nuevamente hace silencio….

La sesión concluye con el compromiso de incorporar a un psiquiatra que el podía elegir, o si prefería ll conectaba con alguna referencia mía; a lo que me pidió que yo me ocupara de eso.

Mariano había equilibrado sus niveles de ansiedad y el tratamiento iniciado con Patricio,  el psiquiatra que finalmente le recomendé, eso me permitió abordarlo mejor e indagarlo acerca de la muerte de su padre; al respecto me cuenta que recuerda su muerte como un acto de cobardía y abandono de su familia y que eso lo obligó a cambiar todos sus planes de juventud, que aun hoy reclama su falta constante de afectividad hacia el y su poco interés por su persona…”el era solo un proveedor de cosas…todo lo arreglaba con plata…con su vocabulario solo estaba la palabra obligación sobre sus labios…y mis derechos donde quedaron?…en esa fabrica y todos los problemas que me dejó”…

Allí hizo un profundo silencio e irrumpió en un llanto profundo; cuando se repuso dimos por terminada la sesión prometiendo continuar con el tema.

A la semana siguiente me llama con un entusiasmo exacerbado, y con ciertos rasgos de ciclotimia propios de su personalidad para invitarme a una reunión de equipo con sus jefes de fábrica; al principio busque excusarme aludiendo tener una agenda complicada; no obstante lo cual prometió acomodar día y hora de la reunión para que pudiese asistir.

Finalmente y dado que se había establecido que lo haría como simple observador, acepté la invitación; cuando llegue me presentó como su “amigo” y comenzó la reunión que habrá durado aproximadamente 2 horas de las cuales 1 y 1/2 horas las monopolizó dando órdenes y contraordenes y dentro de un clima tenso y muy poco participativo. Cuando la misma terminó me retiré sin hacer ningún comentario.

En la sesión siguiente el tema surgió como consecuencia de un ataque de ira que había tenido en la fábrica e medio de sus reuniones habituales….y acto seguido su autodefensa…”que el psiquiatra que le había recomendado no servía para nada…” y procurando pasar a otro tema me pregunta “…doc que le pareció la reunión?…”

Le manifesté todo lo que había observado y en especial, en lo que tenía discordancia, mientras se lo decía observé una vez más esos ojos desafiantes, un rostro tenso como si no pudiese poner en palabras un cúmulo de emociones reprimidas…y finalmente esboza una sonrisa irónica diciendo…”quisiera verlo a usted todos los días lidiando en esa fábrica”…

En ese instante lo invité a conversar sobre eso, lo que le pasaba a el con sus jefes y el general con los demás….pero resultó inútil, se excusó diciendo que tenía una reunión importante con su abogado y se tenía que retirar…y a pesar de recordarle que su espacio de terapia no había terminado, igualmente se retiró muy molesto.

Consulté con Patricio el psiquiatra de Mariano respecto de la resistencia del mismo sobre someterse a la terapia, así como a los brotes de ira que el mismo había tenido últimamente, y le pedí una opinión profesional, y éste me manifestó que también observaba lo mismo con respecto al tratamiento que le estaba brindando, que solía faltar a sus citas y que en su última visita había cambiado su medicación para compensar esos comportamientos disruptivos. También le preocupaba y mucho que por momentos no tuviese un control familiar sobre la ingesta de medicamentos.

Me relata Patricio que pudo tener una conversación con su esposa y le manifestó que últimamente Mariano repetía conductas disruptivas con algún destrato verbal hacia ella y a veces hacia sus hijos; ella lo atribuía a que no estaba tomando correctamente la medicación y que las cosas en la empresa hace rato que no estaban funcionando bien.

Con Patricio su psiquiatra nos habíamos acostumbrado a reunirnos cada tanto y compartir un café y charlar de Mariano y de otras cuestiones; sin embargo hacía varios días que no lo hacíamos…

Mientras tanto Mariano no mantenía regularmente su terapia, al principio faltando con diversas excusas y últimamente anteponiendo su empresa en la que, por su propio relato, había entrado en proceso de liquidación, con problemas económicos y financieros graves.

La situación de Mariano me preocupaba porque intuía que en las condiciones psíquicas en la que se encontraba, su capacidad de afrontamiento y resolución de los problemas era muy relativa; por lo tanto insistí en tener con Patricio su psiquiatra otra reunión para saber cómo estaba evolucionando; hasta que finalmente acordamos encontrarnos.

La cara de Patricio era de profunda preocupación, le manifesté también la mía porque prácticamente había abandonado la terapia; allí es cuando me manifiesta que él ya no es más su psiquiatra y me comienza a relatar los episodios que desencadenaron en esa decisión drástica.

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